miércoles, 1 de octubre de 2014

Nika

Escucha. 
Yo no tengo ningún problema con asumir el papel de amiga. De verdad. No me cuesta. Ser tu amiga está bien. Me basta. 
Bueno
No me basta, pero me
                                ... vale. 
Puedo reírme contigo, y hablar contigo, y dejarte que me cuentes todo lo que quieras, incluso cuando hablas de ella.

Ella.
Me encantaría que me cayese mal, eso lo haría todo más fácil.
Pero no puede caerme mal. Me hablas de ella y, joder. Lo entiendo, ¿sabes? Todo. Es preciosa, es inteligente y tiene un humor que encaja contigo. Me hablas tan bien que hasta yo me enamoro un poco. Es... perfecta para ti. Y lo veo. Y eso me rompe un poco. Porque no puedo competir.

Está bien. Sé perder. Sé cuándo he jugado hasta mi última carta y sé cuándo no soy suficiente. 
Pero no puedo alegrarme por ti. 
Eso es una mentira. 
No puedo alegrarme de saber que es capaz de hacerte reír o... de que la besas y que te acuestas con ella. No puedo alegrarme. Porque quiero todo eso. Y no me digas nada, sé cuándo rendirme. De verdad, ¿vale? no voy a darte la paliza y que me dedicaré a, ¡no sé!, a buscar por ahí a algún tío que se parezca a ti y que esté a la altura, y estaré bien y no pasa nada. 
No pasa nada.
Aunque me encantaría que algún día ocurriera algo en tu cabecita, que se te cambiara un chip, no sé, algo, y que me vieras a mí y te dieras cuenta de que ella está allí pero yo estoy aquí. 
Que estoy aquí.

Así que si eso pasa dímelo. Porque dudo mucho que alguien sea capaz de reemplazarte.
Y probablemente lo deje todo, como en esa canción, si me dices ven. 
Pero no sé por cuánto tiempo. 



De esto que, estando en el metro, un personaje secundario toma la voz cantante en tu cabeza. Y o lo escribes o... bueno. O lo escribes.
UA-11417039-1