Buscaba a un hombre centrado, pero lunático en los pequeños
detalles. Para poder estudiar el metódico movimiento de su rodilla entre parada
y parada de metro. Buscaba alguien que le echase dos cucharadas de más al café
para así poder añadir media taza más de leche. Alguien que mascara chicle
frenéticamente y se plisase las camisas y tirase mi ropa a los pies de la cama.
Alguien que luego no fuese capaz de encontrar sus calcetines.
Quería a un hombre que formara un ovillo entre mis sábanas y
guiara mi sueño con su ronquido arrítmico. Que tuviera miedo de sus pesadillas pero
me protegiera de las mías con besos furtivos en la frente. Que exigiera el
desayuno estirándose en su pereza y fregara después las tazas con abnegada
resignación.
No voy a mentir; yo quería a un hombre que me tratase como a
una princesa desde su más profunda conciencia republicana. Que quisiera dejar
su cepillo de dientes. Que me quisiera libre, que mantuviese silencio al oírme
hablar de él o ese otro, y sólo el rítmico repiqueteo de sus dedos en la mesa
delatase su fingida indiferencia.
Que odiase cocinar, pero se lanzara a los fogones -con una
única receta- por la creencia popular del atractivo que suscita en las mujeres,
y me mirase, cuchara de madera en mano, para alzar sus cejas con lujuria
doméstica.
Buscaba, por supuesto, a un hombre inteligente, que me
escuchase pero supiera dejarme sin palabras. Que tuviera el carácter necesario
para hacerme gritar, en todos los contextos. Que se ablandara con una mirada,
pero fuera implacable en sus convicciones. Que caminase con inusitada calma,
como flotando en una balsa que no entiende de horas, pero las colas y listas de
espera despertasen en él la más visceral impaciencia.
Buscaba a un hombre que apareciera por casualidad, pero permaneciera
de manera consciente y premeditada. Apuntando batallas cada día como un niño
que avanza en su juego de estrategia, sabiendo que ha ganado la partida, pero
buscando saborear cada instante de su victoria.
Que me plantease dudas y jugara con mi incertidumbre.
Que me hiciera desear volver a verle mañana.
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