Madrid me prometió tantas cosas cuando llegué.
Tenía mis cuentos en la cabeza, veía personajes en cada
cristal y en cada tren. Miraba la ciudad atestada de gente y sólo quería
mimetizarme, sentirme una de ellos, fundirme en el estruendo nocturno de luces
como eso, una madrileña. Vivir todo eso que se puede vivir absorbida por sus
calles y gritos, y esa noche que no parecía acabar nunca.
Me dijo muchas cosas, Madrid. Algunas eran preciosas. La mayoría era mentira.
Me dijo muchas cosas, Madrid. Algunas eran preciosas. La mayoría era mentira.
Pero me las aprendí de memoria, una a una.
Ha pasado el tiempo, claro. Hoy camino en sus calles y ya no
son escenarios de cuento. Los edificios están manchados de recuerdos, los
portales están sucios de besos, los bares tienen excesos que me avergüenzan y las
aceras están gastadas de mis tacones borrachos cuando creía quererle tanto que
me ahogaba. Nada es tan virgen como cuando llegué, la ciudad no es inocente,
sino una ciudad conmigo. Hay promesas incumplidas esperándome con sus reproches
en las esquinas, y hay cosas que olvidar en esos caminos que parecían tan nuevos.
Ya digo los nombres de las calles cuando guío a los taxistas de vuelta a mi
casa.
Han pasado seis años. He visto bostezar a Madrid, la he
visto sin desmaquillar. La he visto borracha y me sé lo de sus mentiras. Y aun
así, tiene ese algo. Ese algo que la hace capaz de llegar, seis años después, y
cogerme del brazo. Porque hoy llueve y me frena en un semáforo para que la mire
bien. Quiere hacer las paces y yo no sé decir que no.
Se ha propuesto invitarme a una copa. Está empapada y
preciosa. Me seduce con sus luces como si volviera a tener dieciocho años y
acabara de aterrizar con una maleta.
Hace conmigo lo que quiere. Qué puedo hacer yo.
En el fondo, lo sabe. Siempre he estado un poco enamorada de
ella.
Qué bonito, me ha encantado la forma en cómo lo has descrito. Un beso grande!
ResponderEliminarSe puede saber por qué no escribes más??? precioso, como siempre
ResponderEliminarMadrid tiene ese toque de bipolaridad, de ambivalencia. Nunca va del todo de frente, no te dice lo que piensa, le seduce más tu cara de sorpresa.
ResponderEliminarUn abrazo!
Jara, qué grande eres! :)
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