domingo, 22 de diciembre de 2013

Carta de amor egoísta

“Querido tú,

Aún no lo sabes, pero vas a enamorarte de mí. Puede que aún no lo sepas, pero en no demasiados meses vas a descubrirte a ti mismo como la mitad de un dos. Y no habrá vuelta atrás.
Yo te querré. Como una verdadera loca. Como una heroinómana a su droga, como una cleptómana de tu tacto, como alguien que sencillamente necesita un puto psicólogo. Pero no te recomiendo que dejes que eso ocurra. Yo no soy de querer como se quiere en los libros de autoayuda. No podré estar contigo, es así de simple. Los fantasmas de mi cabeza  me repetirán una y otra vez los múltiples motivos por los que es mejor así. Filtraré mi querer y no poder en gritarte por teléfono. Te apartaré; pero esperaré que entiendas que necesito que me abraces contra mi voluntad.
Ni contigo ni sin ti. Así de fácil, ¿no?
Voy a pedirte que me olvides, pero me enfadaré si lo haces. Ni me hables de amistad, pese a que sea el principal lema de mi discurso. Me mostraré impasible a tus propuestas, pero estaré deseando en silencio que por favor, por favor, me convenzas. Que me persigas y me obligues a besarte, para después empezar el ciclo y apartarte, llevarme el recuerdo de tus labios a mis sábanas y revivir tus frases una por una.
Nunca se escribirá sobre gente como nosotros, ¿sabes? Que no sabemos ser, ni podremos ser nada. Yo tan sólo te querré llena de egoísmo e incoherencia. Más de lo que sé. Más de lo que me enseñaron a gestionar e infinitamente más de lo que me gustaría.”



lunes, 16 de septiembre de 2013

Pues eso

Leer y destruirte.
Autodestruirte.
Como quien pulsa reset a un juguete viejo y lo devuelve al estado de fábrica. Desnudo y con las ideas base demasiado claras.
Sin extras. Sin vestidos.
Sólo lo que eras antes de cubrirte de mentiras y maquillaje.
Leer y que cada maldito verso te lleve al principio. A ti. A lo poco que sabías a ciencia cierta de ese misterio que supone tu mera existencia y todas esas noches de Madrid demasiado cálidas y con demasiada luna y demasiados sueños estúpidos que sabías que eran imposibles. Y devolverte a volteretas a esa esencia, llámalo alma, llámalo defecto, que odias de ti. Que se revela en tu puta cara.
Leer y no poder pasar de página. No, siendo la misma.
No sin intentar releer(te).

jueves, 29 de agosto de 2013

Convención

A veces, Nika siente que le gustan todos. Esta revelación generalmente surge de la mano de una cerveza, pero no siempre es la excusa. Alguna vez le ocurre en una tarde de miércoles, compartiendo una magdalena con Andrew, o cuando termina su jornada doble con David, o cuando se tumba en el sofá con Jarek y apuran el último respiro de una cachimba. No se siente como una niña caprichosa. Al contrario. Siente que podría amarlos a todos. Amar como se supone que se debe amar a una persona, dejándose la piel, dándoles el alma. A todos a la vez, por partes, a trozos. Y eso tendría más sentido que hipotecar un cariño sujeto a condiciones.
Nika siente que podría amar la sonrisa de Andrew, desgastar las sábanas con Jarek y al mismo tiempo salir con David a cenar. Sería franca. Sincera. En cada uno de los momentos que compartiera con ellos. Sería suya. Por partes. Porque serían las partes de ella que verdaderamente le correspondieran.

No parecía que hubiera que sentirse culpable. Sin embargo, algo le hacía no hablar de ello con nadie. Ni proponerlo. Porque no estaba bien, o eso decían. Y porque esa estúpida concepción hedonista del amor hacía que ver a Jarek desayunar con Alma en la cocina le provocase una desagradable sensación en la boca del estómago. Como de ganas de vomitar.



(Sí, sigo viva.... )

domingo, 16 de junio de 2013

16/06/2013

Por suerte, no recuerdo.
No recuerdo tus historias raras de vendas en los ojos, los destellos de inframundo en las carreteras, ni las líneas de la palma de tu mano. De si tú, de mí, si sí o si no. Casi se me olvida eso de cantar a pleno pulmón, labio contra labio, y gritarte mis letras en tu garganta.
Si abro los ojos, casi no recuerdo el incendio de tus manos en mi ropa.
Lo admito, ¿sabes? he olvidado por completo ese día en que me prometí no olvidar. Ya no significan nada esas noches en las que mi integridad física importaba menos que el dulce balanceo entre copas y aceras. Carecen de sentido esos laberintos nocturnos en los que ni yo conocía a nadie ni nadie me conocía, esos en los que inventaba un escenario donde yo podía ser la persona que yo quisiera, qué más da, y embriagándome en un acento británico barato sacado de Skins hablaba con todos y con nadie, sonreía de lado y observaba lo desconocido sumergida en mi camuflaje con las calles. Como si siempre hubiera estado allí. Como si siempre hubiera pertenecido a esa ciudad suicida y no hubiera nada inaudito en esa gente y esas chicas sin medias en febrero.
Tal vez sí fui parte de esas calles. Por una noche. Pero hoy no lo recuerdo.
Quizás te hayas hundido entre los pliegues de mi ropa, o te ocultaras en la comisura del último beso.  Siempre supiste hacerme perder la paciencia jugando al escondite.

Esta vez no iba a ser distinta. 

lunes, 6 de mayo de 2013

Lógica


A Alma siempre se le dieron bien las matemáticas. Dos más dos eran cuatro, y nunca le hizo falta que se lo explicaran con manzanas, o con botones. Dos más dos eran cuatro; eso era todo lo que necesitaba saber y estaba bien. Las matemáticas le hacían sentir cómoda. Segura. Hiciera lo que hiciera, tras la tormenta del lápiz siempre podía comprobar si estaba en lo cierto o se había equivocado, bastaba con revisar la fórmula, sustituir la incógnita. Listo. Borrar y borrar, y al final siempre, siempre salía bien. Entonces respiraba tranquila, dejaba el lápiz y la goma y observaba el resultado con una satisfacción personal digna de la meditación budista.
Sí, Alma entendía de lógica. No hacía falta que nadie le explicase las cosas dos veces. La lógica regía cada uno de los procesos de su vida, desde la elección de un champú sin parabenos hasta la revisión exhaustiva de la factura del supermercado. Por eso, no había mensajes de Jarek en su teléfono.
Borraba sus conversaciones de cuando en cuando para no tener nada que releer y analizar hasta la extenuación. Las borraba y se prometía no mirar el móvil. Era lo que había que hacer, y no había por qué extenderse en consideraciones. Los borraba y no había más que hablar. Luego, dejaba el móvil a un lado y se entretenía subrayando apuntes con la esperanza de leerlos.
El móvil estaba lejos, e incluso silenciado, pero prescindía de estudiar con música, “no para poder escuchar la vibración”, se repetía, convencida, sino “porque si no me sé la letra, y no estudio”.  Era un protocolo rígido y sensato. “Es imposible, Alma, es así”, se decía, atenazando a la más mínima flaqueza. Y tenía lógica. Lo imposible conlleva una lógica aplastante, así que era fácil decirse “déjalo ya, piensa en otra cosa”. Pero sus apuntes pasaban tiñéndose del amarillo fosforito de un subrayador que señalaba frases arbitrarias, sin orden ni concierto, conforme Alma se decía una y otra vez “es imposible, imposible, imposible”.


pd. sí, es normal que no entendáis nada. Sólo es un extracto de la "¿novela?" que tengo entre manos. Para los curiosos que preguntáis si estoy haciendo algo :) voy leeeenta como un caracolillo, pero voy

jueves, 14 de febrero de 2013

Buscaba

Buscaba a un hombre centrado, pero lunático en los pequeños detalles. Para poder estudiar el metódico movimiento de su rodilla entre parada y parada de metro. Buscaba alguien que le echase dos cucharadas de más al café para así poder añadir media taza más de leche. Alguien que mascara chicle frenéticamente y se plisase las camisas y tirase mi ropa a los pies de la cama. Alguien que luego no fuese capaz de encontrar sus calcetines.

Quería a un hombre que formara un ovillo entre mis sábanas y guiara mi sueño con su ronquido arrítmico. Que tuviera miedo de sus pesadillas pero me protegiera de las mías con besos furtivos en la frente. Que exigiera el desayuno estirándose en su pereza y fregara después las tazas con abnegada resignación.

No voy a mentir; yo quería a un hombre que me tratase como a una princesa desde su más profunda conciencia republicana. Que quisiera dejar su cepillo de dientes. Que me quisiera libre, que mantuviese silencio al oírme hablar de él o ese otro, y sólo el rítmico repiqueteo de sus dedos en la mesa delatase su fingida indiferencia.

Que odiase cocinar, pero se lanzara a los fogones -con una única receta- por la creencia popular del atractivo que suscita en las mujeres, y me mirase, cuchara de madera en mano, para alzar sus cejas con lujuria doméstica.

Buscaba, por supuesto, a un hombre inteligente, que me escuchase pero supiera dejarme sin palabras. Que tuviera el carácter necesario para hacerme gritar, en todos los contextos. Que se ablandara con una mirada, pero fuera implacable en sus convicciones. Que caminase con inusitada calma, como flotando en una balsa que no entiende de horas, pero las colas y listas de espera despertasen en él la más visceral impaciencia.

Buscaba a un hombre que apareciera por casualidad, pero permaneciera de manera consciente y premeditada. Apuntando batallas cada día como un niño que avanza en su juego de estrategia, sabiendo que ha ganado la partida, pero buscando saborear cada instante de su victoria. 

Que me plantease dudas y jugara con mi incertidumbre.
Que me hiciera desear volver a verle mañana. 

jueves, 17 de enero de 2013

Como si nunca

"...

(...) Ahora sal ahí fuera y no mires atrás. Aprende a caminar sin brújulas, no busques explicaciones, no te hagas preguntas, no dejes de caminar.
Busca otros brazos. Encuéntrala. Encuéntrate en ella. No tardará en aparecer. Llegará un buen día con sus ojos oscuros y su inquietud efervescente y tú te encapricharás, y ella lo negará pero caerá rendida ante tu sonrisa de niño grande, y se enamorará como una verdadera imbécil y tú lo sabrás pero jugaréis al ratón y al gato como si fuese la primera vez. Y tú volverás a notar la gravedad tirando de las suelas de tus zapatos.
Aprende a quererla. Aprende a tratarla como si ella fuera el puto punto de equilibrio que te mantiene en ese centímetro que separa tus pies del precipicio. Como si perdieras los papeles cada vez que adivinas esa línea que dibuja el final de su minifalda. Como si nunca te hubieras sentido tan torpe en la cama, y te atropellase tu síndrome de Stendhal al desnudar su torso, y acabases avergonzado e incómodo pidiendo disculpas. Aprende a quererla como si de verdad ella fuera esa maldita droga capaz de competir con las mañanas de resaca.
Quiérela. Como si nunca antes me hubieras querido así.

..."


lunes, 14 de enero de 2013

Un videopoema

Aquí os traigo mi práctica final de la asignatura de Postproducción digital de mi carrera. Era tema libre y etc, así que -¿cómo no?- he aprovechado para sonorizar un texto mío (cosa que ya había hecho anteriormente y que me divierte bastante hacer), pero esta vez, con una novedad: las palabras pasarían a jugar de una manera diferente. Es decir, he intentado hacer un videopoema en el que las letras y palabras interactuasen con el propio texto.

No sé si lo he conseguido, pero espero que en cualquier caso lo disfrutéis. Comentarios y quejas siempre son bienvenidas :) Aunque como muchos de vosotros me habéis dicho cosas tan bonitas por las redes sociales, no me pondré pesadita por aquí. ¡Disfrutad!



PD. Para los más frikis o curiosos... el audio es la versión instrumental de Skinny love (en el estilo de Birdy). Locuté mi voz con una grabadora, lo mezclé con la música con Adobe Premiere y después utilicé trucos de Kinetic Typography con el After Effects. Hay unos tutoriales chulísimos en Youtube.

viernes, 4 de enero de 2013

Autobombo

Lo que veis. Community Manager freelance. Gestión de redes sociales, y lo que haga falta! Tengo experiencia de promoción de libros para editoriales, de community management en una ONG y asociaciones de estudiantes, etc.

¡Precios negociables!

jarasantamaria@gmail.com
UA-11417039-1