jueves, 29 de agosto de 2013

Convención

A veces, Nika siente que le gustan todos. Esta revelación generalmente surge de la mano de una cerveza, pero no siempre es la excusa. Alguna vez le ocurre en una tarde de miércoles, compartiendo una magdalena con Andrew, o cuando termina su jornada doble con David, o cuando se tumba en el sofá con Jarek y apuran el último respiro de una cachimba. No se siente como una niña caprichosa. Al contrario. Siente que podría amarlos a todos. Amar como se supone que se debe amar a una persona, dejándose la piel, dándoles el alma. A todos a la vez, por partes, a trozos. Y eso tendría más sentido que hipotecar un cariño sujeto a condiciones.
Nika siente que podría amar la sonrisa de Andrew, desgastar las sábanas con Jarek y al mismo tiempo salir con David a cenar. Sería franca. Sincera. En cada uno de los momentos que compartiera con ellos. Sería suya. Por partes. Porque serían las partes de ella que verdaderamente le correspondieran.

No parecía que hubiera que sentirse culpable. Sin embargo, algo le hacía no hablar de ello con nadie. Ni proponerlo. Porque no estaba bien, o eso decían. Y porque esa estúpida concepción hedonista del amor hacía que ver a Jarek desayunar con Alma en la cocina le provocase una desagradable sensación en la boca del estómago. Como de ganas de vomitar.



(Sí, sigo viva.... )
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