Hablaban.
Perdidos en la niebla espesa que lamía la hierba a su alrededor. Se pasaban el cigarro despacio, tocándose los dedos, mezclando su aliento blanquecino con el aire y sintiéndose fugazmente invisibles. Sumergidos en la grieta del tiempo, al borde del hundimiento pero parando para tomar aire.
-No tardaré en irme -pequeñas bocanadas, cada vez más débiles, cuando él prendía el mechero y lo acercaba a su rostro para reavivar el pitillo mientras le rozaba las manos enrojecidas por el frío.
Escalofriante.
ResponderEliminarPrecioso.
Muy J.Santamaría ;)
Qué frio...precioso, de verdad.
ResponderEliminarSobrecogedor. Como debe ser ;)
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