Le advirtió de que el amor no era más que odio en su versión más primitiva.
Posesión exhaustiva, la eterna dictadura de exclusividad y afecto. Podría odiarle siempre por no poder coser su piel a la suya, por no poder respirar el mismo aire ni compartir cada escalofrío.
A él la idea le resultaba divertida.
Cuando lo hizo, cuando se incorporó en la cama, la miró muy serio y dijo "te quiero", era ya la quinta vez que ella le hacía prometer que jamás firmaría su sentencia, pero dijo "te quiero" y ella le escuchó en silencio, pestañeó tres veces y finalmente plantó un beso en su clavícula, rendida. En la habitación había velas por todas partes, lo recordaría siempre. La luz tiritaba en las paredes, sus sombras temblaban.
Ella le odió más que nunca. Y nunca, nunca más, volvieron a quererse.
(...)
Guau.
ResponderEliminarGenial.
ResponderEliminar♥
ResponderEliminarme he enamorado (mal asunto) y espero que lo continúes.
muá.
Ni que decir tiene que me encanta. Me ha dado un escalofrío
ResponderEliminarDioss Nahika por aquí!!! :D :D graciaaaas
ResponderEliminarHe vuelto al mundo de los blogs. Poco a poco y con calma, que hace dos años que no escribo y me daba la sensación de que faltaba algo en mi vida así que estoy retomando esto. Te seguiré diariamente :D
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