Tenía una mirada llena de cubitos de hielo
Unos labios que chillaban en granate
Y unas manos que sujetaban un vaso vacío.
Había música, y gritos, y ruido de besos, y humo, y golpes, pero no había nadie sino ella.
El cristal era una pista de patinaje en la que deslizar los dedos cada noche. Era un baile contra el tiempo y las cenizas. Contra la música, los gritos, los besos, el humo, y los golpes.
Y no había nadie sino ella.
De esto que vas en el Metro y desvarías. Algún día me haré mirar mi obsesión con el hielo. Buenas noches a todos =)
¿Te he dicho ya que estoy enamorado de ti?
ResponderEliminarBien.
:)
EliminarEres una pasada, niña.
EliminarEsto me gusta MUCHO <3
ResponderEliminar:D gracias!
EliminarNo me gusta el metro; me agobia, pero montaría mil veces para soñar que sueño esas sensaciones que has descrito.
ResponderEliminarMe encanta el final: -no había nadie sino ella-, en sí misma encierra toda una maravillosa historia, es como si dejaras la puerta entreabierta y dijeras: - yo ya he moldeado una quimera, ahora os toca a vosotros-. :)
Genial, como siempre.
Muchas gracias por tu comentario, ¡qué cosas más bonitas! :) Me alegro mucho de que te haya gustado
EliminarEl metro es muy inspirador. A mí me lo resulta.
ResponderEliminarMe encanta lo que has escrito. Me imagino un baile contra el tiempo y las cenizas.
Jorge! Qué guay verte por aquí :) muchas gracias!!
Eliminarvaya....me alegra comprobar que no soy la unica jajajajajaj.
ResponderEliminarYo tambien desvario en el metro, sera quizas por el aburrimiento de mirar caras que no me dicen nada.