domingo, 12 de febrero de 2012

Febrero

Él dijo que tenía la voz preciosa. Ella se revolvió inquieta y dijo mira, se está haciendo de noche, y algo, no sé el qué, algo, prende fuego en las fachadas y en las calles. Echó a correr como persiguiendo a las aceras, corrió hasta desplomarse sobre la pared de un edificio viejo que la luz teñía al rojo vivo. Piel y ladrillo aplacaron sus temblores en el débil sol de un anochecer de febrero y él la siguió. Lo repitió. Cerró los ojos y se unió al fuego lento de las paredes, sin decir que la vida es un segundo que apenas se aprovecha, sin pensar en más atardeceres ni en el frío que cada año, a cada paso, cala más dentro y dentro de los huesos; sin decirle que la olvidará y que está bien así, sin explicarle que así funciona la vida, sin contarle que en cuestión de dos meses ambos se habrán hecho viejos y las canas crecen ya bajo sus retinas.
Solo eso. Solo frío y fuego.  
-Tienes una voz preciosa.

2 comentarios:

  1. Me encanta la imagen de las canas creciendo bajo las retinas. Esperemos que las voces sigan, no obstante, luchando por ser bellas.

    :**

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    1. :)!! jajaja sí, era un día pesimista, pero ya pasó. Las voces bonitas hacen que incluso lo perecedero se haga un poquito más eterno, o eso creo a veces.
      :***

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