martes, 8 de noviembre de 2011

Los inversores exigen la dimisión de Berlusconi

En España, José Luis Rodríguez Zapatero convoca elecciones anticipadas; en Grecia, Papandreu anuncia su dimisión. Ahora, es Berlusconi el siguiente en ver su cargo de Primer Ministro Italiano contra las cuerdas.

Su puesto no peligró tras los escándalos sexuales, pese a verse envuelto en rumores sobre la contratación de prostitutas menores de edad, ni pese al divorcio con su esposa tras su presencia en diferentes fiestas en compañía de varias modelos. Tampoco lo hizo su constante problemática con la justicia, sus acusaciones por malversación de fondos, fraude fiscal, falsedad contable e intento de soborno a un juez, aunque él mismo reconociera habercomparecido hasta 2.500 veces en 106 procesos (con un coste legal de unos 275 millones de dólares); ni tampoco la más que dudosa libertad de prensa en su imperio mediático.

Ha tenido que ser la crisis de los mercados la encargada de apretar la corbata de Berlusconi, un líder siempre en el punto de mira de sus ciudadanos pero capaz de salir airoso de toda polémica. Hoy, en cambio, ha perdido la mayoría absoluta e incluso su aliado Umberto Bossi, secretario general de la Liga Norte, le ha instado a dimitir. Poca confianza queda para Silvio Berlusconi, ahora que los inversores han castigado su presencia. La estrepitosa caída de la bolsa el día de ayer hizo saltar las alarmas de la eurozona, y tan solo una posible dimisión de Il Cavaliere parecía ser capaz de reanimar a los inversores.

Italia lo ha comprendido: con Berlusconi al mando, no hay salida de la crisis. La reputación de su líder supone un lastre en sus intentos de salvar su economía (que a día de hoy sufre de una prima de riesgo de 381 y ha llegado incluso a los 490 en las últimas horas). Decía ya la semana pasada Umberto Eco que, sin la presencia de Berlusconi en el gobierno “hubiéramos tenido esta crisis económica, pero el problema habría sido más leve. No es respetado en el extranjero y, por lo tanto, no puede representar al país.”

El Primer Ministro ha conseguido ya sacar adelante una enmienda que adopta las medidas que el presidente del Consejo había indicado en su carta a la Unión Europea, pero solo gracias a la abstención de una preocupada oposición. Stefano Folli, respetado comentarista italiano, afirmaba que "la mayoría (en el poder) parece estar disolviéndose como un muñeco de nieve en la primavera", de hecho solo consiguió los votos a favor de 308 de los 630 escaños. Incluso el Subsecretario de Defensa, Guido Crosetto, partidario de Berlusconi, coincidía: "No sé cuántos días o semanas le quedan al Gobierno. Ciertamente una mayoría que depende de tan pocos votos no puede continuar por demasiado tiempo".

Mientras Berlusconi niega los rumores de renuncia e incluso amenaza con buscar a los “traidores” responsables de la revuelta incluso en su propio partido, a los italianos les queda comprobar si es cierto eso que se dice de que muerto el perro se acabó la rabia. La crisis económica en la que se ve sumida Italia es altamente preocupante: la deuda pública supera el 120% del Producto Interno Bruto del país. Los analistas insisten en que Italia no es Grecia; su economía es la cuarta de la Unión Europea, y ésta no cuenta con capacidad para rescatarla.

Además, no puede olvidarse que Italia no dispone de un programa de reformas económicas que pueda evitar el crecimiento de la deuda mediante una reducción paulatina del déficit. En su lugar, existen propuestas inconcretas e iniciativas constantemente rechazadas por la oposición o incluso por miembros del gobierno. Al respecto, afirmaba también Umberto Eco que "la oposición está tan enferma como Berlusconi. Están peleando uno contra el otro, así que son incapaces de ofrecer una alternativa atractiva. Ésta es la segunda tragedia de la historia”, y está por ver si será capaz de aunar sus esfuerzos para salvar un país que ha perdido ya la confianza no solo de sus ciudadanos, sino también de los mercados.

Por lo pronto, si algo ha demostrado la crisis es que el poder del mercado es el que verdaderamente maneja los hilos de la política europea. Lo que no ha conseguido un sinfín de escándalos personales y profesionales lo ha logrado la presión de los inversores. Hoy, tras años de críticas sin verdaderas represalias, Il Cavaliere ve tambalear su presencia en el gobierno. Como se ha demostrado también con Zapatero o Papandreu, parece que una ola de cambio persigue a los integrantes de las peyorativamente llamadas PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). Solo el tiempo dirá qué líderes resisten y cuales, en cambio, deben optar por retirarse.

1 comentario:

  1. Poderoso caballero es Don Dinero, ya lo decía Quevedo...
    Muy buen artículo ¿has pensado en dedicarte al periodismo político y/o económico?

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