lunes, 27 de diciembre de 2010

Los poemas de un pirata

Unos lo observan con estupefacción. Otros empiezan a reír y no pueden parar. Otros levantan la mano para intervenir, muchos otros cuchichean, algunos aplauden. Son niños de entre cuatro a diez años que, sentados en las butacas de una sala de conferencias del centro cultural Galileo, escuchan con atención a un viejo pirata, el escritor Carlos Reviejo, que les relata aventuras de los más profundos mares, enredados en poesía.
Se trata de una de las actividades de la XXXIV edición del Salón del Libro Infantil y Juvenil, que este año tiñe el castizo barrio madrileño de Chamberí de Navidad, literatura y una temática marina. Carlos Reviejo, escritor de, entre otros Abezoo, Dragonalia o Canto y Cuento, se considera a sí mismo un amante de las historias de piratas, lo que le proporcionó ese apelativo en su infancia. Subido en el escenario, acompañado de una pizarra y un proyector, se prepara para trasladar esa pasión a sus lectores.
¿Habéis oído hablar de la princesa del mar de la Trola…?” pregunta, y los niños no dudan en intervenir en el evento, convertido al instante en una conversación recíproca. Reviejo, además de pirata, a veces se transforma en mago; es capaz, armado solo con dos tizas, de convertir una palabra en un dibujo. Pero hay más: es capaz también de conseguir que los niños repasen los números, los colores o las vocales sin apenas darse cuenta de que están aprendiendo.
Otra de sus muchas peripecias es, y así lo demuestra, conseguir que los chicos aprendan a identificar la rima y a jugar con ella. Adivinanzas, repeticiones y poesías se sirven de ello (Carlos Reviejo lee uno de sus poemas. Para escucharlo hacer clic aqui). Al principio en un griterío descoordinado, después en un canto uniforme, los pequeños lectores aprenden que “oro rima con tesoro, pero no con pirata”.
El autor aprovecha la ocasión para leer otros de sus poemas. Entre ellos, un pictograma basado en Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, un libro que siempre le ha entusiasmado. También habla de arte, de Picasso, de su aversión a la guerra y la violencia… no importa el tema, “A los niños se les puede hablar de cualquier cosa”, asegura, “antes se creía que era necesario utilizar un lenguaje blando, pero no es así”.
Terminado su recital, un niño levanta la mano. Le pregunta: “¿Y tú, cuando eras niño, también leías poesía?”. Tras esa mano se levanta otra, y otra. Sin saberlo, Carlos Reviejo se halla frente a frente con una auténtica rueda de prensa, eso sí, con su público más especializado. Un público exigente, difícil, crítico, honesto y muy lejos de ser hipócrita. Preguntan sin tapujos, uno tras otro, y quienes traíamos una libreta nos damos cuenta, sorprendidos y divertidos, que nos están quitando todas nuestras preguntas. Que ellos, esta vez, son los verdaderos periodistas.
¿Cuándo empezaste a escribir?”, pregunta una niña de las primeras filas. “Siempre me ha gustado, pero a los catorce gané un concurso de la radio…”, contesta Reviejo, y cuenta también que fue profesor, que luego escribió poesía adulta pero que la infantil le hace sentir más cómodo, que de entre sus cabeceras favoritas guarda a Juan Ramón Jiménez o a Rafael Alberti. Responde a sus dudas y les hace partícipes de sus anécdotas hasta que se agota el tiempo. Es hora de ir a jugar a la ludoteca del centro. Cuesta hacer que los niños salgan de la sala, se lo han pasado bien.

Publicado en El boletín de la semana. (hace ya unos días, pero olvidé subirlo)

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